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Antonia Hidalgo es, desde hace 35 años, maestra de Religión en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, aunque empezó la docencia en Posadas, Córdoba.

Cree firmemente que su vocación en la enseñanza católica fue más decisión de Dios que suya “Él nos pone en el camino y eso hizo conmigo”. Antonia se mudó a Cádiz cuando contrajo matrimonio con su esposo, y en uno de sus paseos acabó en el Obispado de Cádiz y Ceuta preguntando por el área de enseñanza que la llevó a conocer a la hermana Carmen “Me dijo que fuera al día siguiente con el currículum y que llamaría al Obispado de Córdoba, así lo hice y me ofreció Chiclana. Lo que en un principio sería una transición se convirtió en mi vida, mi profesión”.

Ser profesora de religión implica muchas cosas, dedicación, preparación, ser ejemplo de vida por la tarea tan importante que, con la Misio, dan los Obispos año tras año, y como dice Antonia “Ser coherentes con las enseñanzas y prácticas de la fe cristiana. Para un profesor, el objetivo principal a cumplir con sus alumnos es darles otra visión de la vida en la que el egoísmo sea cambiado por generosidad, el odio por el amor, la despreocupación por la entrega a los demás… Y todo ello está en la Biblia, en los Evangelios. Y debe estar en nuestras vidas, en sus vidas…porque hemos creado entre todos una sociedad en la que priman valores tóxicos, y debería primar el respeto y el amor a los demás”.

Desde la experiencia de Antonia, asegura que la asignatura de Religión influye positivamente en los niños que la eligen, “Los profesores de Religión hacemos todo lo posible por enganchar y crearles a los alumnos esa necesidad de indagar, investigar y sentir su fe y eso se traduce en su forma de vida y de tratar a los demás. Intentamos acercarnos a ellos de todas las formas posibles haciendo cursos, trabajando nuevas metodologías, recursos. El profesor de Religión es un superviviente y un luchador nato. Siempre hemos trabajado con ganas, ilusión y mucha fe”.

Entre las numerosas experiencias que cuenta Antonia, tras los 35 años que lleva dando servicio a la Iglesia con la vocación de la docencia, guarda en su corazón los te quiero de sus alumnos, los dibujos traídos desde sus casas, el respeto con la que la tratan sus compañeros, los cafés con antiguos alumnos y las peticiones de estos para ser madrina de Confirmación, el reconocimiento de las familias… “Tantas y tantas experiencias que te llenan el alma y el corazón, y que te hacen dar a gracias a Dios por haberme puesto en el camino de ser MAESTRA DE RELIGIÓN”.

 

Delegación de MCS de la diócesis de Cádiz y Ceuta

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