Como él mismo Cura de Ars decía, el tesoro del hombre está en el cielo y lo que
importa es estar siempre orientados hacía
allí.
Y no olvidamos nunca aquello en lo que él tanto insistió: que "el hombre tiene un hermoso deber y
obligación: orar y amar".
Esa oración que es íntima unión con Dios, íntima unión en la que "Dios
y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno
solo".
Orar y amar: ¡Esto nos es posible a todos! A ti, a mí y a todos. Quizás otras
cosas no podamos llevar a cabo, pero éstas dos -con la ayuda del
Señor- sí.
Cortesía de Don Antonio Aguilera. Seminario Mayor de Málaga.
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