Centenario de la Madre Teresa de Calcuta


"Magisterio evangélico" de Teresa de Calcuta

20070718klpprcryc_594_Ies_SCO.jpgProfundamente humilde como fue la Madre Teresa cuando era peregrina en este “Valle de Lágrimas” de las que enjugó todas las que pudo —¡las sigue enjugando virtualmente!—, no le hubiera gustado nada semejante encabezamiento por considerarlo inmerecido. Nuestra poca fe —¡enhorabuena a los que tienen mucha; no así a los que aparentan tener demasiada!—, nos permite imaginar que si lo lee desde la realidad de un Más Allá que ha alcanzado, no dejará de hacerlo con una tolerante sonrisa.

En el uso convencional de nuestro lenguaje de pobres peregrinos, parece excesivo —no lo es— aplicarle un apelativo de “magisterialidad”. Le viene a uno a la mente una expresiva evocación del gran Maestro que fue Pablo VI, también él sinceramente humilde. Es ésta, que consignó en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi:

“El hombre moderno escucha más a gusto a los testigos que a los maestros. O, si escucha a los maestros, es porque dan testimonio”.

Echemos una ojeada, todo lo exigente que… pudiéramos, al siglo que queda atrás cuando se acaba de cumplir el centenario del nacimiento de la Madre Teresa. Por más que juzgar sea un riesgo, ¿le salen a alguien, pongamos, una docena de convincentes testigos del Evangelio de Jesús entre los que no esté incluida la Madre Teresa de Calcuta? Pues eso…

En todo caso, la cuestión no es un título. Sólo lo es el que esté justificado. Se cree sinceramente que sí.

Hay razones documentales de que, de niña y de joven, cuando aún se llamaba Gonxha Bojaxhiu, en su pueblo grande, casi ciudad, que se llamaba Skopje, frecuentó la escuela con buen provecho. (Lo de una Skopje, casi ciudad-pueblo grande… Hoy tiene, se asegura, medio millón de habitantes, y es la capital de la República de Macedonia. Entonces, segunda —casi tercera— década del siglo que ha quedado atrás, no tenía más que unos 20.000. Y de capitalidad, nada. Era una población sometida a Albania).

En aquella Skopje sólo había una escuela, que era laica. Entre sus aproximados 20.000 habitantes, la población católica apenas representaba en torno a un 10%, frente a otras, que constituían la gran mayoría: sobre todo la musulmana y la cristiano-ortodoxa.

Las biografías de la Madre Teresa —hay muchas, en todas las lenguas— dan fe de que fueron sus padres —ella, Drana; y él, Nikollë—, y la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús —única católica, regida por jesuitas—, quienes le garantizaron una sólida formación religiosa. Y de que cultivó una gran afición por la lectura, mayormente de temas misioneros, empezando por una revista que se titulaba Katholike Misije (Misiones Católicas).

Vendría luego, a sus 18 años, el seguimiento de su vocación misionera, que la llevó hasta la India, en la congregación de las popularmente conocidas como “Damas Irlandesas”, propiamente denominadas Hermanas de Nuestra Señora de Loreto. Una vez llevado positivamente a término el noviciado en Darjeeling, tras profesar a los 21 años, sería durante casi dos décadas profesora de una “High School” propiedad de las Hermanas de Loreto para jóvenes externas. Lo cual deja suponer que la Hermana Teresa ya había alcanzado una adecuada calificación docente, aparte de que, en pocos años, había logrado casi-dominar un inglés nada parecido a su albanés nativo.

En 1946 (10 de setiembre), cuando se declaraba, como Hermana de Loreto, “la religiosa más feliz del mundo”, recibió una “inspiración” de lo Alto que impuso un vuelco a su vida. Se estaba dirigiendo en tren, orando, durante la noche, a Darjeeling, para hacer ejercicios espirituales antes del comienzo del nuevo curso. Tal “inspiración”, de la que no hay perfil suyo que no se ocupe sin que biógrafo alguno logre explicarla adecuadamente, sería también definida por la directamente concernida como “una vocación dentro de la vocación”, lo que implicaba que quería y debía seguir siendo religiosa, pero que debería entregarse de por vida al amoroso servicio de los Pobres más pobres, identificando en ellos a Jesús. Puesto que no era tal la finalidad específica de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto, tenía —¡lo que le costó…!— que abandonar la institución loretana, a la que nunca dejaría de apreciar ni de sentirse devota de su fundadora Mary Ward, cuyo proceso de beatificación acaba de arrancar en serio tres siglos y medio después de su muerte (23.01.1645), casi en simultáneo con el de su connacional Heny Newman.

¿Una prueba poco menos que definitiva de que en la High School de Loreto había sido una profesora tan estimada como profesionalmente solvente? A pesar de que abandonó Loreto con la máxima discreción —¡y dolor!—, nueve alumnas suyas, apenas se enteraron, hicieron todo lo posible para sumarse a su nueva vida de máxima austeridad. Ocurrió a pesar de que todas pertenecían a familias más que acomodadas: varias de las cuales —familias— no parecían dispuestas, aun admirando a la ex profesora, a que sus hijas imitasen su vida tan austera. Más aún: la propia Hermana Teresa trató de disuadir a las jóvenes, invitándolas a considerar que iba a ser una vida muy dura en la que tendrían que cambiar sus saris negros de la buena sociedad por otro de las familias pobres. Como todas insistían en seguirla, las invitó a que consultasen su propósito en la oración, prometiéndoles hacerlo también ella.

De las nueve, ninguna dio marcha atrás. La primera que se había presentado para seguirla, Subashini Das, cambió su nombre por Inés, el de pila de su ex profesora.

¿Una excelente profesora? Sin duda alguna. Pero no lo quiso decir ella. Cuando ya, trocada en servidora por amor de Jesús de los Pobres más pobres, alguien le mencionó su anterior profesión docente, tratando de saber si se sentía muy satisfecha de haberla ejercido, su respuesta no fue otra que la siguiente: “No me compete a mí decir si he sido o no una buena profesora. Pregúntese a mis alumnas. Lo que sí puedo asegurar es que disfrutaba mucho en la enseñanza. Y que, como religiosa de Nuestra Señora de Loreto, era la persona más feliz del mundo”.

Pues sí, claro: fue una profesora excelente durante casi dos décadas en la High School de Loreto. Hurgando en su biografía, hubo quien reveló que también había sido una buena catequista de niños en la parroquia del Sagrado Corazón de Skopje cuando la India y Calcuta aún quedaban muy lejos. Apenas percibió, bajo misteriosa “inspiración” de lo Alto, su “vocación dentro de la vocación” de entregarse a saciar la sed de Jesús en los Pobres más pobres de todo el mundo, su docencia, más de ejemplos que de palabras aunque de palabras también, se trocó en lo que más arriba se calificó, convencidamente, de “Magisterio evangélico”.

4807947213_6dc9b2a919.jpg Acaba de aparecer, o por lo menos acaba de llegar a las manos de quien firma, un libro tan sencillo como atractivo en el que se concreta, de alguna suerte, el “magisterio evangélico” de la Beata Teresa de Calcuta. Se titula, Madre Teresa de Calcuta. Un pensamiento para cada día (Ediciones Khaf, del Grupo Luis Vives). Lo dicho, o por lo menos insinuado: las palabras, a veces muy sencillas, nada retóricas, fácilmente inteligibles siempre, de la Madre Teresa, adquieren un significado muy intenso sabiendo que apenas subrayan ejemplos de vida. De una vida como la suya, que ha seducido para bien a tantos: no sólo católicos y cristianos, sino, casi antes, budistas, musulmanes, agnósicos… ¡Incluso ateos!
Los pensamientos de la “Maestra evangélica” Teresa de Calcuta se han fraccionado, a lo largo del libro, en 365, tantos como son los días del año. Repartidos, también, en tantos como son sus doce meses. Lo cual, a fin de cuentas, es lo de menos. Lo de más es el “magisterio de ejemplaridad” subyacente a pensamientos así de sencillos. Teoría, a lo peor, para quienes los leemos. Práctica hecha vida —¡vida hecha práctica!— para quien los enuncia. He aquí algunos de ellos:

“Los Pobres son el Cuerpo sufriente de Cristo. Los Pobres son Cristo mismo”. “Cuantas más cosas poseamos, menos podemos dar, porque estamos apegados a ellas. Es mejor que tengamos menos cosas para poder darlo todo a Jesús”.
“Suelo decir a las Hermanas: ‘Nosotras no hacemos voto de la pobreza de los mendigos, sino de la pobreza de Cristo. Por otra parte, no debemos olvidar que nuestros cuerpos son templos del Espíritu santo. Por esa razón debemos respetarlos con hábitos dignamente remendados’”.
“Cuando visito las casas de la Congregación, mi mayor insistencia es en la observancia de la pobreza. Naturalmente, a quienes lo recomiendo de manera particular es a las Hermanas superioras. Cuando abrimos una casa en un país rico, pongo el acento sobre el tema de la pobreza. A menudo digo a aquellos que nos acogen: ‘Aquí les traigo a mis Hermanas. Cuídenlas, pero ayúdenles a observar la pobreza, porque la pobreza constituye nuestra dote. No favorezcan ni consientan que decaiga en ellas el amor de la pobreza’”.
“Los mundanos están convencidos de que nuestro voto de castidad nos hace menos humanas, de que nos hace sentirnos como si fuéramos piedras, como si nos privase de sentimientos. Cada una de mis Hermanas podría asegurar que eso es falso. Justamente el voto de castidad es el que nos hace más libres para amar a todos, en lugar de limitarnos a una sola o a unas pocas personas: a un marido, a unos hijos… Una mujer casada no puede amar más que a un hombre. Nosotras podemos amar a todo el mundo en Dios. El voto de castidad no nos mutila. Más bien, si se observa fielmente, nos permite vivir en plenitud. El voto de castidad no es una simple lista de prohibiciones y de noes. El voto de castidad es una expresión genuina de amor: nos entregamos a Dios y acogemos a Dios en nosotras”.

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Comentarios

  • Maravilloso todo lo relacionado a Madre Teresa . Dios quiera pueda adquirir el libro. Gracias por compartir sus lindos pensamientos que no fueron en ella solo palabras , sino testimonio de vida y entrega a Cristo y a los hermanos .
  • Pincha en www.edicioneskhaf.es y te facilitan los distribuidores, también me imagino que en las librerías religiosas lo podrás encontrar.... saludos
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