Publicado por Rs Rd el 17 de Mayo de 2011 a las 20:59
LA VIRGEN MARÍA, PUNTO DE REFERENCIA
La Virgen María, beneficiaria y testigo de la misericordia de Dios, se dejó moldear, forjar por el Espíritu Santo, que la hizo disponible a la acción de Dios, para dar su sí irrevocable, proclamándose esclava del Señor.
La mansedumbre y la humildad son virtudes que nacen del corazón de Dios y que encierran una fuerza de transformación radical en la vida del hombre. La mansedumbre y la humildad son fuentes de receptividad y disponibilidad para acoger lo que Dios quiere y espera de nosotros.
Sí, María es el modelo por excelencia. Esta gracia, a la que la Virgen María respondió de manera tan admirable y que nos introduce en la vida trinitaria, debe suscitar en nosotros una respuesta. Exige un esfuerzo de parte de todo cristiano, que debe verificar la calidad del amor que alberga hacia Dios. La respuesta de acción de gracias por este tiempo de gracia consiste en vivir intensamente en la justicia y en el amor.
No podemos verificar la calidad del amor que albergamos hacia Dios sin verificar la calidad del amor que albergamos hacia nuestro prójimo. «No amemos de palabra ni de boca -dice san Juan-, sino con obras y según la verdad» (1 Jn 3, 18). «Si alguno dice: "amo a Dios" y aborrece a su hermano, es un mentiroso» (1 Jn 4, 20).
Abramos los ojos a toda aflicción humana, particularmente a la de los discapacitados y de los ancianos. Busquemos una solución a la violación de los derechos elementales de la persona humana. Pidamos al Señor que «nos inspire siempre el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado».
Que la gracia, la paz y la misericordia de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo nos impulsen al amor, para que, bajo la guía materna de la santísima Virgen María, podamos cantar nuestra alegría y nuestra gratitud.
Virgen María
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