La ‘discapacidad’ en los “Días en las Diócesis” (DED)

 

 

 

DISCAPACIDAD Y DIÓCESIS

La ‘discapacidad’ en los “Días en las Diócesis” (DED)

 

Son muchas las diócesis que se están preparando para acoger a los jóvenes que acudan a la JMJ Madrid 2011. E incontables los jóvenes dispuestos a compartir, por unos días, su vida, su cultura, su fe… con familias y jóvenes en los días previos al gran evento eclesial. Sin embargo, no existe una juventud ajena a la vitalidad de la vida, y la discapacidad es un factor a tener en cuenta en la realidad cotidiana de los jóvenes. 

 

Acoger a los jóvenes “con discapacidad” en las diócesis contribuye a hacer realidad la vida misma de Jesús de Nazaret, quién vivió junto con los marginados de la sociedad de su tiempo. Para ellos, los DED suponen sentirse plenamente activos, protagonistas de una Iglesia abierta y cercana a todas las personas, con confianza en sí mismos y con capacidad de afrontar la realidad. Desde luego, si no es fácil para que una diócesis ofrezca los apoyos necesarios para que un joven “con discapacidad” pueda ser acogido, hay que tener en cuenta que tampoco lo es para este salir de su entorno y abrirse al mundo, lo que supone un esfuerzo de movilización de recursos, apoyos y conciencias (sobre todo familiares). En este sentido, la capacidad de acogida y la movilización de la generosidad suple sobremanera el simple deseo de ofrecer una familia, unos amigos, una parroquia… con el fin de que el joven con discapacidad se sienta como en su casa. 

¿Qué beneficios obtiene el joven ‘con discapacidad’ en su visita a las diócesis? En primer lugar, la relación con los demás jóvenes fortalece sus capacidades y habilidades. El conocimiento de la cultura del lugar, así como la comunión de bienes, harán el resto. El joven ‘con discapacidad’ quiere sentirse y formar parte de una comunidad abierta al mundo y a la vida. En segundo lugar, la experiencia compartida de la fe es liberación para quien vive en las estrecheces de lo cotidiano; esto aporta un plus de motivación vital a la comunicación interpersonal que se genere en los espacios de los DED. En tercer lugar, la gratuidad incondicional es un valor que resulta del binomio entrega y afecto, lo que redunda en una mayor confianza en el joven ‘con discapacidad’. Y cuarto lugar, acoger a un joven ‘con discapacidad’ es una responsabilidad inherente al compromiso eclesial y esto tiene que derivar en la provisión de apoyos básicos y necesarios para su adecuada participación.

¿Y qué supone para una diócesis acoger a un joven con diversidad funcional? Principalmente, crecer en capacidad de escucha y en una mayor adhesión a Jesús de Nazaret desde el estilo del Buen Samaritano. Desde la lógica incoherente de la mal llamada ‘discapacidad’, se trata de una oportunidad para sentirse Iglesia y, a la vez, un desafío para el reconocimiento de la diversidad en la comunidad eclesial. Decía un voluntario de la Organización de la JMJ Madrid 2011 que “si en la JMJ no participan los jóvenes con discapacidad, no es verdadera JMJ”. Acoger a un joven con diversidad funcional en los DED es un paso importante en la construcción de un ser / vivir más enraizado en el amor fraterno.

A continuación, ofrecemos unas orientaciones básicas para una adecuada acogida a los jóvenes con diversidad funcional:

 

a. Constituir un grupo de voluntarios cuya finalidad primordial sea la de acoger a los jóvenes diversidad funcional en la diócesis.

b. Promover la formación de los voluntarios para la acogida a los jóvenes con diversidad funcional, ya sea en familias o en espacios escolares, sociales, asociativos, etc.

c. Proveer, si procede, de intérpretes de lengua de signos en las actividades diocesanas.  En muchas diócesis existen delegaciones y/o departamentos diocesanos de pastoral del sordo (o un sacerdote responsable de la atención a las personas con sordera) que pueden ayudarle en esta importante tarea.

d. Utilizar los recursos existentes en congregaciones, movimientos, entidades sociales, etc. dedicados a la atención social y eclesial de las personas con diversidad funcional. Por ejemplo, Hermanos de San Juan de Dios, FRATER, ONCE, asociaciones de personas con diversidad intelectual, etc.

e. Difundir los DED, y la JMJ Madrid 2011, entre el colectivo de la diversidad funcional de la diócesis.

f. Facilitar la transversalidad diocesana en todas las áreas de pastoral. En este sentido, en algunas diócesis existe un delegado, o responsable, en la atención a las personas con diversidad funcional. Normalmente integrados en pastoral de la salud, o en catequesis.

 

A estas alturas ya os habéis percatado del ‘diversidad funcional’. Si todavía os quedáis en el entrecomillado de la discapacidad, es que necesitáis un ‘¡Ephetá!’ (¡Ábrete!) que os haga ir más allá de vosotros mismos. Y es que la capacidad de amar está por encima de las funcionalidades del cuerpo. Cuando S. Pablo nos exhorta diciendo "…vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, … " (1 Cor 6:19), ¿está incluyendo a aquellos cuyo cuerpo es percibido socialmente como ‘deficiente’?. Cuerpo solo hay uno, ya sea de uno o de otro, pero muchas son sus funcionalidades, incluidas si estas se refuerzan con apoyos (siempre elegidos por la persona). Con el corazón hay que hacer pedagogía de la diferencia. ¿Cómo?. Aceptando a las personas como tales, comprendiendo sus diversas funcionalidades (que añaden nota y color a la diversidad humana) y ofreciéndoles apoyo para su autorrealización.

 

Si seguimos dentro de los márgenes de la discapacidad, no importa. En la semana JMJ Madrid 2011, ponemos a disposición de todos los jóvenes una Carpa donde haremos realidad el ¡Ephetá!’, con el fin de que estos descubran las capacidades de / para amar de muchos jóvenes, por encima de sus funcionalidades (corporales, intelectuales y mentales). ¡Tienen razones para ello!

 

 

 

 

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